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«Considero que una de las claves de la obra de Matías Escalera Cordero es su disposición a la apertura. [] Desde ella, debemos comprender cómo se mueve una historia compleja y suge- rente como Un sollozo del fin del mundo. De ahí el calculado salto experimental que no busca una quiebra cognitiva, sino un impulso desde el extrañamiento. Precisamente, ese desplazamiento temporal y espacial que únicamente la ciencia ficción logra es el que permite observar más lúcida y agudamente nuestra realidad: adquirir perspectiva para enjuiciar el rumbo de nuestros días, aun ante la emergencia del colapso ecosocial al que vamos corriendo entusiasmadas/os. Por eso, el autor mueve los ojos hacia el futuro y hacia atrás, hacia al pasado para ser conscientes de los senderos por los cuales discurren nuestros días y lo harán los venideros. Así se suman las consecuencias del productivismo, el calentamiento global, el agudizamiento del paradigma represivo, la exclusión social y la falaz fe en la ciencia como panacea».