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Las casas son siete, y están vacías. La narradora, segúnRodrigo Fresán, es «una científica cuerda contemplandolocos, o gente que está pensando seriamente en volverseloca». Y la cordura, como siempre, es superficial.Samanta Schweblin nos arrastra hacia Siete casas vacías y,en torno a ellas, empuja a sus personajes a explorar terrorescotidianos, a diseccionar los miedos propios y ajenos, y aponer sobre la mesa los prejuicios de quienes, entre el extrañamientoy una «normalidad» enrarecida, contemplan a los demás y se contemplan.La prosa afilada y precisa de Schweblin, su capacidad paracrear atmósferas intensas y claustrofóbicas, y la inquietantegama de sensaciones que recorren sus siete cuentos hanhecho a este libro merecedor del IV Premio Internacionalde Narrativa Breve Ribera del Duero.El jurado, del que formaron parte los escritores Pilar Adón, JonBilbao, Guadalupe Nettel, Andrés Neuman y que estuvo presidido porRodrigo Fresán, valoró en Siete casas vacías la precisión de suestilo, la indagación en la rareza y el perverso costumbrismo quehabita sus envolventes y deslumbrantes relatos.