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A Rosa le gusta su mundo sonrosado, desde su dinosaurio de juguete de color rosa hasta su mascota, un flamenco llamado Phil. Sin embargo, cuando ve cómo los colores primarios y secundarios se preparan para la fiesta del arcoíris, Rosa no puede evitar preguntarse por qué ella no está en el arcoíris y si esa ausencia significa que ella no es realmente un color. Es justo entonces cuando conoce a las tintas, y entonces todo le parece aún más confuso. Afortunadamente, un amigo le abre los ojos y le muestra las muchas formas en que ella desprende y contagia alegría. Y es lo que le hace ver a Rosa que ella es única, esté o no en el arcoíris. A partir del mundo de colores que ya se presentó en Este libro es gris, y añadiendo unos cuantos conceptos cromáticos novedosos, este cuento nos enseña la importancia de valorarnos a nosotros mismos y de no olvidar que sólo uno mismo tienel poder de decidir aquello que le hace feliz.