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Una entrañable novela sobre el amor eterno entre hermanasLas vidas de las hermanas Von Riesen no podrían ser más dispares. La existencia de Elfrieda parece perfecta: es una pianista de renombre internacional, una mujer glamurosa y felizmente casada. La de Yolandi, en cambio, es un verdadero desastre: en pleno divorcio, a duras penas logra llegar a fin de mes y siente que sus hijos adolescentes crecen demasiado deprisa. Y sin embargo Elf no quiere seguir viviendo, mientras que Yoli daría lo que fuera por mantener a su hermana mayor con vida. Sentada junto a la cama de Elf en el hospital tras su último intento de suicidio, y mientras lidia con sus propias pequeñas desgracias, Yoli se pregunta cómo transmitirle a su hermana la fuerza necesaria para seguir adelante, cómo resistir ella misma con el corazón hecho pedazos y, en definitiva, cómo ayudar a alguien que desea morir.Pequeñas desgracias sin importancia guarda un equilibrio perfecto entre lo entrañable y lo desgarrador, entre la comedia y la tragedia. El genio literario de Miriam Toews logra lo imposible: desarmarnos y hacernos reír en la cara de la desgracia. Una novela cautivadora, tierna e inteligente, cuya memorable protagonista, Yoli, lucha con todas sus fuerzas contra lo inevitable, poniendo de relieve lo frágil que es nuestra existencia y contagiando al lector un poderosísimo anhelo de vivir.«¿Qué hacer cuando tu maravillosa y querida hermana te pide que la ayudes a dejar este mundo porque la existencia le resulta intolerable? Una novela valiente y, aunque dolorosa, tremendamente divertida: toda una exhibición sobre la cuerda floja».Margaret Atwood« Una novela irresistible Su inteligencia, su honestidad y sobre todo su compasión proporcionan una especie de bálsamo existencial, un consuelo no muy diferente al que nos procuraría abrir una buena botella de vino y disfrutar de una larga charla con un viejo amigo».The New York Times« Toews es un talento de primer orden».The Guardian« Audaz, descarada y de gran corazón... Toews escribe desde el punto de vista de Yoli, cuyo monólogo interior parece un cruce entre David Foster Wallace y Robin Williams si ambos fueran, de hecho, una cuarentona menonita que tuviera problemas con la autoridad. Es una sabelotodo con corazón, una filósofa con el tempo de un cómico».The Dallas Morning News