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Lamentos que duran años, mantos oscuros para cubrir y ocultar, ventanas dispuestas a cerrarse, ojos que se mantienen perpetuamente abatidos, bocas que permanecen en silencio, existencias que se extinguen implacablemente. La humanidad femenina que María Messina fija en los ocho relatos que componen este volumen repite los mismos gestos, multiplica los mismos dolores. Su escritura está ligada a los perdedores y los humillados, que, en su época y según su experiencia, no son otras que las mujeres. Messina retrata las figuras femeninas con una melancolía desgarradora, en la que se aprecian resonancias autobiográficas y un deseo implícito de denunciar las convenciones sociales de principios del siglo XX. Una mujer que escribe y cuenta el silencio de otras mujeres, quizás precisamente porque es consciente de que nadie más estaría dispuesto a hacerlo. Publicado por primera vez en 1921, Muchachas sicilianas es una ventana a la vida en una Sicilia arcaica hecha de rituales domésticos, usos y costumbres que han alimentado la imaginación de la isla, y una muestra paradigmática del estilo y los temas de una escritora admirada tanto por sus contemporáneos (con Giovanni Verga mantuvo una intensa correspondencia) como por quienes redescubrieron su obra después de su muerte, como Leonardo Sciascia, quien la comparó con Chéjov y Katherine Mansfield.