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Un aura oscura de superstición y muerte rodea a esta obra, la más solemne y despiadada de las piezas canónicas de William Shakespeare. Se dice que desde su primera representación en el siglo xvii, la desgracia se hace presente en cada nueva puesta en escena, y este nefasto renombre forjó la tradición de jamás pronunciar su título dentro de un teatro, refiriéndose a ella solo como "la tragedia escocesa".Con sus brujas, fantasmas y castillos perdidos en las brumas de la noche, sentó una influencia perdurable en el imaginario de las historias de terror fantástico y gótico. Su protagonista es, ante todo, el arquetipo del héroe convertido en villano. La sangrienta trayectoria de este guerrero escocés obsesionado por un infernal presagio de gloria, acompañado al asesinato por la caprichosa ambición de su esposa, dejó su huella en cada drama político y moral creado por la literatura, el cine y la televisión, desde El padrino hasta Juego de Tronos o Breaking bad.En continuidad con sus previos trabajos con Hamlet, El mercader de Venecia y Romeo y Julieta, la presente traducción de Carlos Gamerro, junto con sus