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«Virginia Woolf cumplió cincuenta y cuatro años el 25 de enero, unas tres semanas después de que empezara este último volumen de su diario, y la última página la escribió cuatro días antes de morir ahogada, el 28 de marzo de 1941. Inevitablemente esta es la crónica de una esperanza y confianza cada vez menores tanto en los asuntos públicos como privados. Fueron los inquietantes años que desembocaron en la Segunda Gran Guerra en la vida de Virginia, con su lento desarrollo inicial y su posterior terrorífica rapidez. En el ámbito privado, tuvo que sufrir mucho: enfermedades, la suya propia y la de su marido, más inquietante por menos esperada; muertes: repentinas o prolongadas, de amigos; la de su sobrino, violenta y devastadora; las que tocaban, como la de su suegra; los peligros tangibles y la destrucción de la guerra; los intangibles, pero no menos invalidantes a efectos de su propia naturaleza vulnerable. Pero a pesar de los horrores y las penas de estos años, este diario no es, ni mucho menos, una crónica sombría ni desalentadora». — Olivia de Miguel